Mission y Origen de Capricornio de Capricornio
Mission
Para entendamos por qué y para que estamos en la tierra, DIOS destinó una misión a cada uno de los doce signos.
'Era mañana cuando DIOS paró delante de sus doce crías y de cada una de ellas plantó la semilla de la vida humana.
Una por una, ellas se habían dirigido a Él para recibir su dom y conocer su misión '. ' De ti, Capricornio, pido el sudor de su rostro, para que pueda enseñar a los hombres a trabajar.
Su tarea no es fácil, pues usted sentirá el trabajo de todos los hombres sobre sus hombros.
Pero para que pueda vencer sus desafíos, le doy el dom de la responsabilidad'. Y Capricornio volvió a su lugar.
Entonces, DIOS dijo: 'Cada uno de vosotros es perfecto, pero ustedes no sabrán de eso antes de cumplir su misión'.
Y las crías salieron, cada una determinada a hacer su trabajo lo mejor posible, para que pudiesen recibir su dom.
Pero DIOS sonrió cuando dijo: 'Ustedes volverán la Mí muchas veces pidiendo para sean dispensadas de su misión, y cada vez Yo concederé la ustedes sus deseos.
Ustedes irán por incontables encarnaciones antes de completen la misión original que les determiné.
Yo les doy un tiempo incontable para hacerla, pero solamente cuando ella estuviere hecha, ustedes podrán estar Conmigo'.
Origen
MITO - CRONOS Cronos, hijo de Gaia y Urano, estaba entre los doce primeros y más importantes hijos de la pareja primordial.
En ese tiempo no había límites para la creación y ni para el uso de los recursos de la tierra.
La sociedad primitiva vivía en una especie de paraíso de los arquetipos donde el tiempo era registrado sólo biológicamente, sin permiso para transformarse en historia.
Sin embargo, la necesidad de una regeneración periódica en esas sociedades promovió la creación de divinidades destructoras que marcaron el principio de nuevos ciclos.
Este fue el caso de Cronos, el dios del Tiempo, que todo regula y todo comanda. A él cabía crear un nuevo orden en los aires y en las cosas, revolucionar constantemente la naturaleza, alterando el escenario de la vida y retirando de él su propio padre.
Gaia, desgostosa con la fertilización incesante y con la cárcel impuesta por Urano a los Ciclopes y Hecatônquiros, pidió ayuda a todos sus hijos para ejecutar su venganza contra Urano.
Sin embargo todos quedaron amedrentados, sólo Cronos se dispuso a ayudarla. Así, Cronos enfrentó, castró y venció el propio padre, separando el Cielo de Terra.
La separación del Cielo y de Terra era imprescindible para la organización del caos. Cronos era insaciable.
El tiempo que todo devora: seres, momentos, destinos, sin apego al que pasó, su meta era construir el futuro y continuar, sin miedo y a la semejanza de la cabra montés, su implacable caminada.
Promovió la Ordenación del Caos, imponiendo la ley, el orden y la asignatura, fundando una Nueva Era: la Era de Oro de Cronos.
En su reinado hubo igualdad y justicia para todos. Cronos se casó con su hermana Réia y con ella tuvo seis hijos.
Temeroso que la profecía de ser destronado por uno de sus hijos se cumpliese, pasó a devorar sus hijos a la medida en que iban naciendo.
Así hizo con Héstia, Deméter, Hiedra, Hades y Poseidon.
El único que escapó fue Zeus.
Zeus, adulto, volvió para cumplir la profecía de vencer el padre y tomar su lugar.
Con la ayuda de Réia, dio la Cronos una poción mágica que lo hizo vomitar todos los hijos engullidos.
Los hermanos, agradecidos, hicieron de Zeus su líder y lo apoyaron en la guerra contra el padre.
Vencido, Cronos fue condenado a vivir en Terra entre los mortales.
Cuenta la leyenda romana que, después de haber sido destronado por Zeus, Cronos se refugió en la Ausônia, antiguo nombre poético de Italia.
Allá recibió el nombre de Saturno y estableció su Edad de Oro.
Asumiendo el lugar de Saturnus, antiguo dios bastardilla, asimiló sus atributos de dios de la semeadura y de la vegetación.
Así, Saturno se volvió un héroe civilizador, que enseñaba la cultura de la tierra, y traía paz y justicia.
Para celebrar ese estado paradisíaco y obtener la aprobación del dios sobre la semeadura y la vegetación, eran celebradas las Saturnalia.
Había un banquete público y todo paraba: el Senado, los Tribunales, las escuelas, el trabajo.
Reinaban la alegría, la orgía y la libertad. Se rompía la jerarquización de la orgullosa sociedad romana y hasta los esclavos eran, temporalmente, liberados y servidos por sus señores.
Saturno era una divinidad que inspiraba miedo y, a la vez, admiración.
He una plegaria a Saturno, escrita en el siglo X: 'Ó maestro de sublime nombre y gran saber, supremo Mestre, Ó Mestre Saturno: Tu, el Frío, el Estéril, lo Lúgubre, el Pernicioso, Tu, cuya vida es sincera y cuya palabra es cierta, Tu, el Sabio, el Solitario, lo Impenetrable, Tu, cuyas promesas son cumplidas, Tu, que eres débil y cansado, Tu, que tienes mayores cuidados que cualquier otro, y que no conoces ni el placer ni la alegría, Tu, viejo y astuto, maestro de todos los artificios, engañoso, sabio y juicioso, Tu, que traes la prosperidad o la ruina, y vuelves los hombres felices o infelices! Te conjuro, Ó Padre supremo, por Tu gran benevolencia y Tu generoso favor, la hagas por mí lo que pido.'
Planeta
MITO - CRONOS Cronos, hijo de Gaia y Urano, estaba entre los doce primeros y más importantes hijos de la pareja primordial.
En ese tiempo no había límites para la creación y ni para el uso de los recursos de la tierra.
La sociedad primitiva vivía en una especie de paraíso de los arquetipos donde el tiempo era registrado sólo biológicamente, sin permiso para transformarse en historia.
Sin embargo, la necesidad de una regeneración periódica en esas sociedades promovió la creación de divinidades destructoras que marcaron el principio de nuevos ciclos.
Este fue el caso de Cronos, el dios del Tiempo, que todo regula y todo comanda. A él cabía crear un nuevo orden en los aires y en las cosas, revolucionar constantemente la naturaleza, alterando el escenario de la vida y retirando de él su propio padre.
Gaia, desgostosa con la fertilización incesante y con la cárcel impuesta por Urano a los Ciclopes y Hecatônquiros, pidió ayuda a todos sus hijos para ejecutar su venganza contra Urano.
Sin embargo todos quedaron amedrentados, sólo Cronos se dispuso a ayudarla. Así, Cronos enfrentó, castró y venció el propio padre, separando el Cielo de Terra.
La separación del Cielo y de Terra era imprescindible para la organización del caos. Cronos era insaciable.
El tiempo que todo devora: seres, momentos, destinos, sin apego al que pasó, su meta era construir el futuro y continuar, sin miedo y a la semejanza de la cabra montés, su implacable caminada.
Promovió la Ordenación del Caos, imponiendo la ley, el orden y la asignatura, fundando una Nueva Era: la Era de Oro de Cronos.
En su reinado hubo igualdad y justicia para todos. Cronos se casó con su hermana Réia y con ella tuvo seis hijos.
Temeroso que la profecía de ser destronado por uno de sus hijos se cumpliese, pasó a devorar sus hijos a la medida en que iban naciendo.
Así hizo con Héstia, Deméter, Hiedra, Hades y Poseidon.
El único que escapó fue Zeus.
Zeus, adulto, volvió para cumplir la profecía de vencer el padre y tomar su lugar.
Con la ayuda de Réia, dio la Cronos una poción mágica que lo hizo vomitar todos los hijos engullidos.
Los hermanos, agradecidos, hicieron de Zeus su líder y lo apoyaron en la guerra contra el padre.
Vencido, Cronos fue condenado a vivir en Terra entre los mortales.
Cuenta la leyenda romana que, después de haber sido destronado por Zeus, Cronos se refugió en la Ausônia, antiguo nombre poético de Italia.
Allá recibió el nombre de Saturno y estableció su Edad de Oro.
Asumiendo el lugar de Saturnus, antiguo dios bastardilla, asimiló sus atributos de dios de la semeadura y de la vegetación.
Así, Saturno se volvió un héroe civilizador, que enseñaba la cultura de la tierra, y traía paz y justicia.
Para celebrar ese estado paradisíaco y obtener la aprobación del dios sobre la semeadura y la vegetación, eran celebradas las Saturnalia.
Había un banquete público y todo paraba: el Senado, los Tribunales, las escuelas, el trabajo.
Reinaban la alegría, la orgía y la libertad. Se rompía la jerarquización de la orgullosa sociedad romana y hasta los esclavos eran, temporalmente, liberados y servidos por sus señores.
Saturno era una divinidad que inspiraba miedo y, a la vez, admiración.
He una plegaria a Saturno, escrita en el siglo X: 'Ó maestro de sublime nombre y gran saber, supremo Mestre, Ó Mestre Saturno: Tu, el Frío, el Estéril, lo Lúgubre, el Pernicioso, Tu, cuya vida es sincera y cuya palabra es cierta, Tu, el Sabio, el Solitario, lo Impenetrable, Tu, cuyas promesas son cumplidas, Tu, que eres débil y cansado, Tu, que tienes mayores cuidados que cualquier otro, y que no conoces ni el placer ni la alegría, Tu, viejo y astuto, maestro de todos los artificios, engañoso, sabio y juicioso, Tu, que traes la prosperidad o la ruina, y vuelves los hombres felices o infelices! Te conjuro, Ó Padre supremo, por Tu gran benevolencia y Tu generoso favor, la hagas por mí lo que pido.'